El Yiyi

Siempre fue un calentón. Pero también un apasionado de cada cosa. Fumador empedernido, bostero hasta los huesos, discutidor como pocos, tanguero viejo (en la cárcel, en plena dictadura pasaba las horas tratando de memorizar los nombres de los temas), Guillermo Alfieri nunca pasó desapercibido. Ni en la vida, ni en las redacciones, ni en cada aula