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¿Por qué Pfizer no llegó a la Argentina?

Algo pasó entre Pfizer y el gobierno argentino. 

Por Rogelio Alaníz (*)

Alberto Fernández y sus amigos no deberían estar preocupados porque la denuncias de Patricia Bullrich tiene una solapada intención electoral, de que lo que debería preocuparse es de responder por qué no se acordó con Pfizer, respuesta que aún no ha dado y que ahora pretenden disimular manifestando una “santa indignación”. Les guste o no, Patricia Bullrich expresó en voz alta lo que todos los argentinos de bien sospechamos. La sospecha se parece mucho a la certeza. Algo pasó entre Pfizer y el gobierno argentino. 

Algo confuso, algo que huele mal, tal vez algo sórdido, sucio. No conocemos los detalles, pero conocemos las consecuencias: Pfizer no está en la Argentina, pero está en los otros países. El argumento contra el laboratorio de haber exigido condiciones humillantes es pueril y una ofensa a la inteligencia de los argentinos. Se supone que en negociaciones con uno de los laboratorios más importantes del mundo el pedido de coima no es la de entregar algunas monedas por debajo de la mesa como si se estuviera negociando con algún funcionario de Insfran o con Cristóbal López o con Amado Boudou. 

Las operaciones económicas con “retorno” en estas alturas del poder exigen su singular protocolo. La exigencia de un “intermediario” local, como dice Bullrich, es lo habitual en estos negocios sucios. Es lo que parece que reclamó el gobierno argentino. Y es lo que rechazó Pfizer. Conociendo el paño de un gobierno que exhibe el honor de ser el más corrupto de nuestra historia, la denuncia de Bullrich es más que creíble. 

El “operativo retorno” (a los peronistas les encanta esa frase) podría admitir otra variable más “competitiva”. El negocio “por debajo de la mesa” de funcionarios del gobierno peronista era con AstraZeneca y había que impedir que Pfizer ingresara a disputarle mercado. Había que poner piedras en el camino, levantar barreras, tender celadas. La ley aprobada en el Congreso ( ley aprobada por los tramposos conocidos y por los imbéciles que suelen hacerle el juego a los tramposos con retóricas nacionalistas) con exigencias que en ninguna parte del mundo le hicieron a Pfizer, le vino como anillo al dedo a los propiciadores del acuerdo con AstraZeneca, es decir, a aquellos operadores locales que seguramente Ginés González García conoce muy bien. Como se dice en estos casos: lo lograron. Catorce millones de vacunas no entraron a nuestro país. 

Pfizer privilegió a la Argentina, pero el gobierno argentino por razones inconfesables o ·”por razones de peso” no privilegió a la Argentina. Efectivamente lo lograron. Pfizer no vino. Las consecuencias no son gratuitas, no son neutrales, no son indiferentes: miles y miles de muertos. Funcionarios cínicos y metálicos, funcionarios habituados a hacer negocios hasta con la salud de su propia madre dejaron a los argentinos sin vacunas para hacer un buen negocio.

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