Una ocasión para pensar entreverados y críticamente

En un clima gélido pero desbordados de participación se desarrollaron las dos jornadas de la tercera edición de esta “fiesta del pensamiento crítico”. Aquí se narra lo vivido, pensado y sentido en La Histórica pocos días atrás.
Por AméricoSchvartzman
“Si hay algo que me interesa de la filosofía es la insumisión”, dice Alberto Moretti, en la helada mañana del sábado 6 de julio, en una ronda de diálogo en la que ante un entusiasta grupo de asistentes (docentes, estudiantes, pero también personas ávidas por la filosofía) agrega de inmediato: “Pero si no se razona con algunas normas claras, entonces no se razona en absoluto”. Moretti es uno de los grandes nombres de la filosofía argentina. Pero a contrapelo de ese curriculum, cultiva un bajo perfil. Su charla aguda, amable y con humor, apuntó al problema que considera central para interpelar a la filosofía académica: cómo se legitima de cara a la comunidad la existencia misma de la profesión de filósofo o filósofa.
“No se puede decir cualquier cosa sin admitir que pueda ser discutida por la mayor cantidad posible de personas”, define Alberto, y abunda en costados de esa problemática, como el de “centro y periferia”. El problema “no es que haya proyectos intelectuales atractivos establecidos por las metrópolis”, sino el hecho de que las instituciones, globales y locales del mundo académico, “sólo tiendan a promover eso”. Porque “el descuido de la posibilidad de ampliar la conversación filosófica en condiciones equitativas, no sólo afecta el filosofar en los márgenes, sino que daña el filosofar sin más”.
En efecto, demasiado peso en las periferias tiene los proyectos filosóficos “de moda”, los que promueven los centros de poder, de creación de sentido y de definición de prioridades. Y en lugares como Entre Ríos (y en particular la región del río Uruguay) el drama se duplica o se triplica: no solo se consume y se trabaja casi excluyentemente en los temas “atractivos” propuestos por las metrópolis mundiales, sino también por las metrópolis locales (Buenos Aires, y a veces, la metrópolis o centro “doméstico”). Porque criticamos mucho al centralismo porteño, pero luego en casa hacemos casi lo mismo. Y también en el mundo académico, claro). Por eso estas Jornadas son relevantes.
Pensar con cabeza propia
No es pequeño el desafío. “O creamos o erramos”, había dictaminado Simón Rodríguez, “el Loco”, el maestro de Bolívar. Y en eso anda la región del río Uruguay, aunque esa creación nunca esté exenta de errores. Por eso las Jornadas de Filosofía uruguayenses siguen, ambiciosas, proponiendo un rumbo claro: el de fomentar el pensamiento crítico, siguiendo la propuesta de la Unesco, pero “desde nuestras coordenadas, desde nuestro aquí y desde nuestro ahora”, como explican en la apertura del encuentro.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1152, del día 18 de julio de 2024)