
Fue un revolucionario de la música, le dio una nueva impronta al folclore, su mensaje y su obra poseen una identidad y un estilo que con el que hoy se identifican miles de jóvenes y artistas.
Hoy hubiese cumplido 113 años Atahualpa Yupanqui, considerado "el padre del folclore". El artista que supo pintar con sus letras la vida del hombre común, el que pudo mostrar la vida cotidiana con sus altas y bajas, el que deslumbró a Edith Piaf en un club de París, el que apagó sus días en Francia pero nunca olvidó su hogar en el Cerro Colorado cordobés; el que le decía a sus amigos: "Un amigo es uno mismo con otro cuero" y se sumaba al fogón con su guitarra. Nadie como él para "contar lo simple con delicada poesía".
Héctor Roberto Chavero fue su verdadero nombre. Hijo de un padre mestizo de origen quechua-santiagueño y una madre criolla de descendencia vasca. Comenzó a firmar con el nombre Yupanqui a los 14 años "En una revistita que teníamos en el secundario empecé a firmar pequeñas coplas -muy malas- y sonetos, con este nombre: Yupanqui que quiere decir "has de contar"; "narrarás". Lo usaba por aquello de no firmar Héctor Roberto Chavero Aramburu; por timidez, por vergüenza firmaba Yupanqui. Qué imaginaría yo que con el correr del agua y los ríos, este nombre iba a alcanzar alguna vez, alguna significación en el camino musical, popular, folclórico; no tenía la menor idea que ese nombrecito que yo usaba iba a ser un determinante de mi destino", diría el propio Atahualpa en una entrevista dada en 1985, a Radio Nacional."Ahora me doy cuenta de que el que camina por el mundo no soy yo, no es el Héctor Roberto Chavero Aramburu, este nombre es el que me lleva a mi", concluiría.
Le gustaba definirse como un “cantor de artes olvidadas que camina por el mundo para que nadie olvide lo que es inolvidable: la poesía y la música tradicional de Argentina”. Guitarrista, cantautor, poeta, escritor, gran parte de sus 84 años de vida los dedicó a la música y a la poesía constituyéndose en el máximo exponente de la cultura popular argentina.
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En la década de los sesenta, se consolidó su fama internacional y el reconocimiento de nuestro país, de América y Europa se vio plasmado en una serie de premios y homenajes. Uno de los dúos más importantes de su carrera fue el que conformó con Pablo del Cerro, seudónimo artístico que utilizaba su esposa, Antonieta Paula Pepín Fitzpatrick, conocida como Nenette.
Atahualpa falleció el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia y, dos semanas después, sus cenizas fueron entregadas a la tierra del Cerro Colorado, provincia de Córdoba.
Fue un revolucionario de la música, le dio una nueva impronta al folclore, su mensaje y su obra poseen una identidad y un estilo que con el que hoy se identifican miles de jóvenes y artistas.
Fuente: Radio Nacional y Ministerio de Cultura de la Nación